domingo, 12 de marzo de 2017

Piel a piel

Cae la noche
y las sábanas tendidas esperan el calor los amantes.
Sudor de sal, sudor de mar,
y de aroma agrio alimonado en tierra adentro Mediterránea.




III

Soy las aguas de tu río limpio,
donde en cada recorrido me transportan la corriente y gravedad hacia la mar.
Soy la confianza de que la lluvia me alimenta,
a la vez que nutro a otros con mi pasar.
Soy la claridad en tus intenciones y la fluida danza de tus movimientos.
Soy la pequeña gran suma de tus gotas
y el desapego cuando actúa bien fuerte el Sol en tu tu evaporación.

II

Soy el río de tus aguas transparentes,
el que fluye claro y cristalino bajo la bruma del amanecer.
las aguas que se tiñen de destellos diamantinos de la Luna reflejada en ellas.
Soy las aguas que vienen recorriendo viejos caminos de tierras áridas y resquebrajadas, desiertos lejanos, bosques frondosos y paisajes sin luz.
Soy el río que te empuja suave al otro lado de la orilla, con praderas verdes y despejada visión.
Soy tu río que fluye y que confía, que erosiona los obstáculos y amplía a paso firme su caudal en lentitud.
Soy tu río que avanza decidido hacia la Fuente, donde confluyen todos los demás torrentes, y se estrechan en las aguas de la unión.

I

Yo soy el río de tus aguas limpias,
el agüita de tus venas y la sangre de tu familia.
Camino libre por tu cuerpo,
por senditas bien fluidas.
Llevo dicha a cada partecita;
honrando a tu niña, honrando a tus ancestros y al deber que te ha hecho mujer de poder.
Traigo ligereza a tus aguas y a tus orillas,
arrastrando a toda arenilla.
Despejo las hojas de tu sauce llorón,
arremolinadas en las entrañas de tu fondo.
Soy apertura, soy fuerza, soy vida,
soy agua dulce sin miedo a perderse y fundirse en la sal de tu mar.