En la delgada pasarela entre la vida y la muerte
el brillo del alma se vislumbra a contraluz del eclipse.
El viejo Sol apabullante se mira a sí mismo opacado y es triste.
Se hunde con permiso en la profundidad del vacío,
arrastrado por las corrientes del inframundo,
la Luna Nueva testigo.
No hay llama viva.
No hay impulso.
Queda la quietud y la esperanza del resurgir.
el brillo del alma se vislumbra a contraluz del eclipse.
El viejo Sol apabullante se mira a sí mismo opacado y es triste.
Se hunde con permiso en la profundidad del vacío,
arrastrado por las corrientes del inframundo,
la Luna Nueva testigo.
No hay llama viva.
No hay impulso.
Queda la quietud y la esperanza del resurgir.
1 comentarios:
Hermoso
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