Tu alma conoce el camino de regreso a casa.
Así como un río es movido sin dudas hacia el océano por una fuerza invisible, nuestra alma es movida hacia Dios siguiendo la luz de la estrella de nuestro destino.
Por qué nos alejamos de nosotros mismos?
El curso del río de nuestra propia vida es atraído por los paisajes exactos donde está llamado a actuar. Alma y destino danzan juntos en abrazo cuando ya no hay lucha, cuando no hay resistencias a dejarse Ser el deseo de la existencia.
Hay un movimiento frenético del orden Divino que arrastra a estos amantes a encontrarse- alma y propósito, vida y destino- para explotar en éxtasis cuan entrada del río en el mar.
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