*El fluir de la existencia*
¿Pueden coexistir estados paradójicos en el camino? Altibajos de locura que se suceden como la noche y el día, lo bello y lo repulsivo en un solo parpadeo.
La vida es una línea ininterrumpida de acontecimientos y paisajes cambiantes, donde nada se detiene. Detenerse es interrumpir el propio fluir de la existencia. Hay dolor, hay sufrimiento, pero también un impulso misterioso que nos empuja a seguir avanzando. La vida no se detiene a preguntarse qué vendrá después ni pide permiso. Simplemente ocurre.
El camino es el surco donde la experiencia se despliega, donde las infinitas variables de la existencia aguardan a ser recorridas para cobrar sentido. Todo está ahí, esperando. La dicha y el tormento son solo estaciones de paso, porque nada es permanente ni existe apego capaz de retenernos en el fugaz instante de un día.
Camino. Me muevo con la vida, o es la vida la que me mueve. Y esa es la fe que mueve montañas, o al menos el motor de mi cuerpo, que ya es mucho. La confianza no es más que entregarme al siguiente paso, rendirme al flujo, porque lo desconocido me espera, pero lo incierto jamás será eterno en esta senda de estrellas.
(Camino del Norte a Santiago de Compostela - 321 km recorridos - 12 etapas)