Anclate en la belleza de tu propio espíritu.
Aun en mares turbulentos, que tu conciencia sea un faro
que no se canse de emitir ecos de luz para regresar.
Recuerda siempre quién eres,
y elígete por sobre todas las cosas.
Si te pierdes, búscate con la fuerza de un imán
que ansía la fusión:
ese abrazo con el alma que es casa y eternidad.
Atraviesa con la espada de tu verdad
las diferentes capas de la realidad.
Mantén el foco.
El espíritu nunca abandona
y vive en la ecuanimidad.
Respira con la fuerza de la vida
siempre que haya tristeza.
El aire mueve la neblina,
y el sol siempre vuelve a calentar.
Ámate. Y ámate.
Elígete. Reafírmate.
Y cuando el mundo se vuelva ruido,
sé tú la melodía que recuerde el camino.
Amilde Zanassi
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