Subí a la buhardilla donde permanecen los trastos intactos y olvidados por los Dioses del Tiempo, ahí donde desechamos todo lo que nos molesta en nuestra cotidianeidad y no queremos ver más.
Abrí el baúl, no sin antes sacudir el polvo que lo cubría.
Por un instante dudé.
Miré hacia adentro, muy a lo profundo, y no te vi. Será porque te esfumaste por demás de etéreo justo antes de poderte guardar.
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Amilde Z.
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