Se tensan las cuerdas del cotidiano
Rompiéndose la armonía aparente.
Embriaga el alma,
ese aire fresco,
cómo esas ráfagas que abren ventanas a lo desconocido.
Interna primavera, dulce de miel y canela.
Aquella melodía susurra nuevas respuestas,
y caricias de antaño que dejan a un vientre y a un corazón extasiado.
La serpiente se muerde la cola,
Conviven en el no-tiempo
la ensoñación y la carne.
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