sábado, 30 de agosto de 2025

Dome

 Tu piel se desliza,

suavidad de mantequilla sobre mi alma.


Tu aroma me invade,

elixir secreto que despierta cada poro.


Tus ojos me desnudan:

fuego encendido,

chispa que arde en mi cáliz sagrado.


Tu abrazo es música:

armoniza,

pero también embravece mis aguas.


Eres caos necesario:

me rompes,

me desordenas,

y en ese desorden suavizas mis estructuras.


Tu luz,

tus sombras,

despiertan en mí ángeles y demonios.


Y yo, más humana,

entro en mis heridas

para sentirlas,

para abrazarlas.


Y así, tú también humano,

te amo en lo imperfecto,

te amo en los errores y horrores,

te amo sin razón aparente,

más que por tu luz

y tu negrura.

martes, 15 de abril de 2025

Reflexiones de una peregrina...caminante de la senda de estrellas


*El fluir de la existencia*


¿Pueden coexistir estados paradójicos en el camino? Altibajos de locura que se suceden como la noche y el día, lo bello y lo repulsivo en un solo parpadeo.


La vida es una línea ininterrumpida de acontecimientos y paisajes cambiantes, donde nada se detiene. Detenerse es interrumpir el propio fluir de la existencia. Hay dolor, hay sufrimiento, pero también un impulso misterioso que nos empuja a seguir avanzando. La vida no se detiene a preguntarse qué vendrá después ni pide permiso. Simplemente ocurre.


El camino es el surco donde la experiencia se despliega, donde las infinitas variables de la existencia aguardan a ser recorridas para cobrar sentido. Todo está ahí, esperando. La dicha y el tormento son solo estaciones de paso, porque nada es permanente ni existe apego capaz de retenernos en el fugaz instante de un día.


Camino. Me muevo con la vida, o es la vida la que me mueve. Y esa es la fe que mueve montañas, o al menos el motor de mi cuerpo, que ya es mucho. La confianza no es más que entregarme al siguiente paso, rendirme al flujo, porque lo desconocido me espera, pero lo incierto jamás será eterno en esta senda de estrellas.


(Camino del Norte a Santiago de Compostela - 321 km recorridos - 12 etapas)

Plegaria de la Mujer que Recuerda

 Anclate en la belleza de tu propio espíritu.

Aun en mares turbulentos, que tu conciencia sea un faro

que no se canse de emitir ecos de luz para regresar.

Recuerda siempre quién eres,

y elígete por sobre todas las cosas.


Si te pierdes, búscate con la fuerza de un imán

que ansía la fusión:

ese abrazo con el alma que es casa y eternidad.


Atraviesa con la espada de tu verdad

las diferentes capas de la realidad.

Mantén el foco.

El espíritu nunca abandona

y vive en la ecuanimidad.


Respira con la fuerza de la vida

siempre que haya tristeza.

El aire mueve la neblina,

y el sol siempre vuelve a calentar.


Ámate. Y ámate.

Elígete. Reafírmate.


Y cuando el mundo se vuelva ruido,

sé tú la melodía que recuerde el camino.


Amilde Zanassi