Tal como la tempestad hace temblar a los árboles
desprendiéndolos de sus tiernos pimpollos y flores de azahar,
incontables criaturas de inocencia
llegan a su fin
mucho antes de florecer.
Es triste el viento que desecha al brote
con todo un futuro y latencia de ser
y no deja que éste abra al mundo sus pétalos
que antes de nacer han de perecer.
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Amilde Z.
viernes, 13 de noviembre de 2009
Que siempre nazca la flor
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